Bjørn se enfrenta al forense, que cree que se ha vuelto loco y llama al jefe de policía. Después de que la teoría conspiratoria de Bjørn se desmorona, le convencen para someterse a tratamiento psiquiátrico. Pero, a medida que Bjørn va a atando cabos, cada vez está más convencido de que su hija no se suicidó y es hora de vengar su muerte.