Emily Stoll, que había sido una adolescente rebelde, cuando se hizo adulta nunca soñó con un marido o una casa con jardín. Lo único que deseaba era un hijo con el que compartir las maravillas de la vida. Por eso, cuando, tras un encuentro casual, se quedó embarazada, decidió tener el hijo y criarlo ella sola, pero acabó siendo una madre extremadamente posesiva.