Janusz no es un hombre fácil de sorprender. Como juez de instrucción debe realizar precisas investigaciones, analizando la escena del crimen minuciosamente. A pesar de las situaciones extremas ante las que se encuentra, trabaja duro. Demasiado duro quizá. Sin embargo, cuando se enfrenta a su hija anoréxica Olga, todavía de luto por su madre, se siente impotente. Temiendo que pueda suicidarse, la interna en una clínica donde Ana, una psicóloga, lleva a cabo sus funciones. Años más tarde, Anna perderá a su bebé y se aislará junto a su perro en un edificio de pisos fuertemente aislados donde conjurará a los espíritus que se comunican con los vivos desde el más allá.