¿Puede un puñado de amigos periodistas y científicos hippies, armados únicamente con cámaras, cambiar el mundo? En 1971 un pequeño grupo de activistas canadienses inició su primera misión a bordo de un viejo barco de pesca: detener los ensayos de la bomba atómica de Nixon en Alaska. Este fue el nacimiento del movimiento medioambiental y la creación de la organización global que hoy conocemos como Greenpeace. Este grupo de ecologistas pacifistas utilizan las imágenes como “bombas mentales” capaces de transformar conciencias, confiando en el poder de las imágenes y de los medios de comunicación como herramientas de cambio social. El activismo es desordenado. Las auténticas revoluciones nunca han podido ser organizadas. ¿Podrán ponerse de acuerdo en la importante misión de salvar el planeta?